A finales del siglo XVI, al igual que ocurrió con El Dorado, una leyenda comenzó a tomar fuerza entre los conquistadores, un rumor que esparcieron los indígenas entre los españoles, de la existencia de un valle fantástico y lleno de oro llamado Arbí, escondido en las montañas cercanas del Valle de Aburrá. Fue tan lejos la leyenda que el mismo Robledo y Sebastián de Belalcázar invirtieron sus recursos y sus fuerzas en la búsqueda de aquel valle, sin poder encontrarlo. Algunos concluyeron que al igual que el Dorado no se trataba más que de una leyenda o una hábil estrategia de los indígenas para alejar a los españoles de sus tierras, así fuera por poco tiempo. No se tiene certeza si fue verdad o no, pero lo que sí resultó cierto es que años después en un lugar geográficamente muy similar al descrito por los indígenas y ubicado entre Bello, Copacabana, Guarne y Medellín, los esfuerzos de las diferentes entidades estatales dieron como resultado el Parque Arví, un área protegida de reserva forestal.

El Parque Arví cuenta con un total de 1.760 hectáreas y ha sido adecuado tanto para la preservación y la conservación de los ecosistemas, como para el disfrute y la recreación de los ciudadanos de Medellín. Está ubicado entre los 2.340 a los 3.680 metros sobre el nivel del mar, por lo cual predomina el clima frío en la zona, creando un ambiente tropical húmedo de montaña donde son abundantes los bosques de niebla. Estos bosques cumplen con un importante servicio ecosistémico, que provee y regula el recurso hídrico del Valle de Aburrá y de San Nicolás. En el Arví es posible observar una gran diversidad de orquídeas, bromelias, anturios, musgos, bosque naturales y robledales, así mismo, el parque alberga cerca de 69 especies de aves, 19 especies de mamíferos y 41 especies de anfibios y reptiles.